De ser unos simples pescadores, se transformaron en mensajeros valientes del Evangelio. Los Hechos de los Apóstoles nos dicen que las personas de su tiempo, no odian entender cómo hombres sin instruccion fueran capaces de demostrar tanto valor ante los sufrimientos y las persecuciones. Así nació la iglesia, por obra del Espíritu Santo.
Este día el Espíritu Santo también nos ilumina a nosotros, nos hace conocer y amar a Cristo creucificado y resucitado y nos indica el camino para asemejarnos a El. Quien se deja guiar por el Espíritu transmite a Cristo a los demás. Sólo podemos ser testigos de Cristo si dejamos actuar al Espíritu Santo, que es el verdadero protagonista de la misión.
Anunciar el Evangelio y testimoniar la fe es más necesario que nunca. Se necesitan seguidores de Cristo que no escatimen tiempo ni energía para seguir al Evangelio. Se necesitan jóvenes y adultos, hombres y mujeres que ardan por dentro por amor a Dios y respondan generosamente este llamado.
Tengamos la valentía de prometer al Espíritu Santo que seremos fieles y dóciles a sus inspiraciones como lo hizo la Virgen María.
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